Al leer este ensayo de @paulg, comprendí perfectamente por qué los socialistas y comunistas encajan en un perfil determinado: no solo son personas que llegaron a donde están manipulando algún sistema (la academia, los medios de comunicación), sino que tampoco creen que haya otra forma de ganar porque así es como funciona todo.
Analizan a los fundadores exitosos e inmediatamente la primera pregunta que hacen es: ¿Qué peculiaridades del sistema aprovechaste para llegar a donde estás? La segunda es: ¿Cómo podemos manipular el sistema para que la gente con valores que me gustan más empiece a ganar, en lugar de este cretino?
Por eso su forma de pensar es tan rígida y su concepción de la mente tan limitada. Por todas partes ven jerarquías en las que se asciende mediante intrigas políticas, trucos y artimañas, así que creen que el mundo entero es así y que no hay otra manera de ser.
La crítica capitalista típica a este tipo de personas es: «Nunca has construido nada por ti mismo», pero eso no refleja el problema. El problema no reside en lo que no han hecho y en lo que han tenido éxito, sino en lo que SÍ han hecho y en lo que SÍ han tenido éxito (es decir, en aprovecharse del sistema).
Giro inesperado: la cruda realidad es que este es un problema bipartidista y multifacético (tanto para rojos como para azules), porque las plataformas sociales nos han condicionado a obtener recompensas mediante algoritmos de juegos. Los juegos en red son ahora el principal medio de socialización para los jóvenes.
Por cierto, escribí sobre esto en el enlace de mi biografía hace unos años:
La mentalidad del ambicioso es tan estereotipada y carece tanto de teoría de la mente como la del marxista, y en mi opinión, por la misma razón. Lo único que conocen son los sistemas y cómo manipularlos. Creen que el mundo entero funciona con un único truco. Se criaron en una simulación frágil.
Se habla mucho de las vulnerabilidades críticas de Estados Unidos frente a nuestros enemigos: infraestructura, tierras raras, cadena de suministro, etc. Pero creo que nuestra mayor vulnerabilidad reside en que nos enfrentamos a culturas rivales que no se andan con rodeos.

