Estarás sumergido en una belleza tan profunda que perderás la necesidad de resurgir; no tendrás un nombre para ella, pero no podrás negar lo perfecta que se siente, lo cálido que es su abrazo repentino. Qué inhumano se debió sentir el mundo pasado, si tan solo tuvieras memoria de él.
Nadie lo llamará la singularidad digital, pero ya no parece ser un momento en que los nombres importen. Hace demasiado calor para eso.