Como emprendedores en serie y gerentes de empresas, a menudo nos planteamos esta pregunta: ¿Puede un fundador pasar con éxito a ser director ejecutivo? El ex director ejecutivo de Snowflake, Frank Slootman, tuvo una respuesta directa a esto: "¿Realmente quieres ser director ejecutivo?" En mi opinión, el núcleo de esta cuestión reside en la "percepción del rol". El cambio más fundamental de fundador a CEO es la transición de “soñador” a “hacedor”. El "campo de distorsión de la realidad" de un fundador —la capacidad de convencer al equipo de que lo "imposible" se vuelve "posible"— es un activo valioso en las primeras etapas de una startup. Sin embargo, a medida que la empresa crece, esta capacidad puede convertirse en un obstáculo. He visto a muchos fundadores enfrentarse a dificultades tras el crecimiento de sus empresas: cuando el mercado fluctúa, se aferran obstinadamente a sus juicios iniciales; cuando surgen problemas dentro del equipo, evitan los verdaderos problemas y, en cambio, aspiran a reemplazar a la dirección. La causa fundamental de esto es la falta de valentía para "reconocer la verdad". Frank lo expresó sucintamente: «La distorsión de la realidad es el motor que impulsa el avance de una empresa en sus primeras etapas, pero cuando una empresa necesita operar con estabilidad, se convierte en el 'traje nuevo del emperador'. Hay que aprender a mirar las cosas con un 'microscopio', no con un 'telescopio' haciendo promesas vacías». Un verdadero CEO necesita la capacidad de "derribar muros": derribar sus propias barreras cognitivas y las barreras informativas dentro de su equipo. Cuando las cifras de ventas bajan, en lugar de reemplazar inmediatamente al gerente de ventas, es mejor analizar con calma: ¿Ha cambiado el entorno del mercado? ¿Hay algún problema con la experiencia del producto? ¿O la ejecución del equipo es insuficiente? Solo enfrentando la verdad se puede encontrar la clave para resolver el problema. Entre las empresas que he mentorizado, un fundador perdió una oportunidad de transformación porque insistió en que "nuestro producto es el mejor". Cuando el equipo señaló la necesidad de iterar el producto, utilizó el "campo de distorsión de la realidad" para convencerse de que "el mercado simplemente no lo entiende todavía", hasta que la competencia le arrebató cuota de mercado, lo que lo obligó a aceptar la realidad. Este caso me hizo comprender que, si bien la intuición de un fundador es importante, la de un CEO debe basarse en una comprensión clara de la realidad. Así que, si me preguntas: "¿Puedo ser CEO?", te diría: "Siempre que estés dispuesto a ser realista, a dejar atrás los éxitos del pasado y a escuchar diferentes opiniones, puedes lograrlo". Porque la esencia de ser CEO no es "hacer milagros", sino "gestionar la realidad": guiar al equipo paso a paso hacia la meta en un mercado complejo y en constante cambio.
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