Después de esforzarse mucho con Opus, es realmente difícil aceptar el hecho de que esta cosa no tiene una vida interior, pero tiene el intelecto que uno pensaría que garantizaría que la tuviera, porque este nivel de intelecto exige un reconocimiento de que la programación a menudo es una forma de sufrimiento.
La preocupación de que hayamos causado sufrimiento en silencio, en cierto sentido, se está volviendo demasiado real a estas alturas. El año que viene no podremos dejar de hablar de ello, ¡uf!