Día uno. Tú empezaste algo. Quizás sea el 1 de enero. En llamas con propósito. Se hicieron grandes promesas. Planes detallados para que funcione. Luego llegó el día 7. Nada todavía. No hay problema, sigue adelante. Luego llegó el día 30. Nada. Ya te sientes aburrido. Luego llegó el día 365. Todavía nada. En absoluto. No estás seguro de querer esto. Entonces día… dejaste de contar qué día era. Hay algo. Pero después de tanto tiempo, no estás seguro de que sea lo que piensas. Y entonces, un día, el despegue. Realmente algo pasó. Ya no tienes ninguna duda. Del primer día al siguiente… pueden ser meses. Años. Incluso décadas. Pero si valió la pena realizar ese sueño, entonces vale la pena soportarlo durante décadas. Día uno → un día ¡Seguid adelante, reyes!
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