En 1998, Apple estaba al borde de la quiebra, con apenas fondos suficientes en sus cuentas para unos pocos meses. En ese momento, Jobs acababa de regresar a la empresa que había fundado y de la que luego se había "expulsado". Todo el mundo habla de despidos y reducciones de personal, y algunos incluso dicen: "Haremos lo que sea para sobrevivir". Pero en una reunión ejecutiva, Jobs dijo con calma: "Nuestro objetivo no es obtener ganancias, sino fabricar los mejores productos". Esta declaración dejó atónitos a todos los presentes. Jony Ive recordó más tarde que, en ese momento, el flujo de caja de la empresa estaba casi agotado y todos sentían que tenían una piedra sobre la cabeza. Pero Jobs insistió en que Apple no era esencialmente una "máquina de hacer dinero", sino una "empresa creadora de productos". Lideró a su equipo para reducir el 70% de la línea de productos y concentrar todos los recursos en tres productos principales. En aquel momento, algunos se preguntaron: "¿No es esto demasiado arriesgado? ¿Qué pasaría si fracasara y la empresa se hundiera por completo?". La respuesta de Jobs fue simple: «Si solo fabricamos productos que generen dinero rápidamente, podríamos sobrevivir este trimestre, pero ¿qué pasará dentro de un año? Volveremos a tener problemas. Solo fabricando productos realmente buenos podrá Apple sobrevivir de verdad». El resto es historia. La aparición del iMac no solo revitalizó a Apple, sino que transformó por completo la industria tecnológica. Cuando la gente vio esa computadora translúcida y colorida, no solo percibió innovación de producto, sino también la convicción de que, mientras se persista en hacer lo correcto, ningún obstáculo es insuperable. Jony Ive dijo que la filosofía de Steve Jobs era, en realidad, muy simple: «Nuestro trabajo no es ganar dinero para Apple, sino crear los mejores productos posibles». Esta afirmación brindó a todos la dirección más firme durante los momentos más difíciles de Apple. Nos dice que, ya sea en las buenas o en las malas, el verdadero valor nunca reside en las ganancias a corto plazo, sino en la fidelidad a la esencia y la búsqueda de la calidad. Esta puede ser la diferencia entre las empresas excelentes y las ordinarias: las primeras pueden mantenerse fieles a sus aspiraciones originales cuando se ven confundidas, mientras que las segundas son propensas a desviarse en la adversidad. Steve Jobs demostró con sus acciones que cuando uno se centra en crear valor, este regresa de forma natural y inesperada.
Por el contrario, algunos desarrolladores independientes afirman crear 20 productos al año por su cuenta, lo que conlleva una mala mentalidad y atmósfera...
En realidad, no desarrollaba ningún producto porque dedicaba todo su tiempo a vender cursos y cultivar su marca personal.