Los padres alientan o permiten que sus hijos opten por un diagnóstico de discapacidad porque parece que hay pocas desventajas: más tiempo en los exámenes, mejores oportunidades de admisión a la universidad, drogas opcionales para mejorar el rendimiento y adaptaciones de todo tipo. No puedo enfatizar esto lo suficiente: la consecuencia es el carácter de tu hijo. Muchos niños creen sinceramente que están enfermos o que algo anda mal con ellos. Si le dices a una niña que parece ansiosa, creerá que lo está. Si le dices a un niño que tiene una verdadera discapacidad, como el TDAH, empieza a pensar que la creatividad o la ensoñación son una deficiencia. Se puede manipular a la gente para que crea que está enferma, y tenemos sistemas e instituciones enteros que lo fomentan. Hemos convencido a los jóvenes de que está bien ser débil y frágil, cuando deberíamos hacer lo contrario: convencerlos de que son personas resilientes, independientes y fuertes, capaces de afrontar cualquier reto. Si hay algo en lo que creo como padre, es que puedes guiar a tus hijos hacia la grandeza. La sociedad los animará a hacer lo contrario, pero no tienes por qué obedecer.
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