Hace seis meses, escribí un artículo que concluía que el empirismo se convertiría en una especie de inercia mental en la era de la IA. Los modelos se actualizan demasiado rápido y, a menudo, la experiencia se convierte en la piedra angular que te ancla en un lugar. En ese momento, era solo una historia secundaria en el proyecto: un ingeniero de algoritmos con diez años de experiencia fue tomado por sorpresa por un pasante que se atrevió a experimentar imprudentemente. Inesperadamente, seis meses después, este colega terminó siendo despedido. Mientras otros ven multiplicarse su producción gracias a la IA y la programación de IA, él sigue estancado. Es una buena persona con habilidades técnicas, pero los tiempos avanzan y él no ha logrado mantenerse al día. Lo que recuerdo más vívidamente es que en una reunión de decenas de personas hace unos meses, dijo muy serio: "Si no puedes dejar que la IA haga tu codificación y renunciar a tus capacidades principales, ¿cómo podrás competir en el futuro?" Lo critiqué públicamente en su momento, pero también sabía muy bien que nunca se puede despertar a alguien que finge estar dormido. Lo que realmente hace desaparecer la competitividad nunca es la IA: cuanto menos dispuesto estés a aceptar cosas nuevas, más te quedarás silenciosamente rezagado respecto del ritmo promedio de los tiempos. La IA no favorece a nadie ni pretende perjudicarlo; simplemente sigue avanzando. Que puedas seguirle el ritmo o no es tu decisión. No te aferres al viejo foso; mantén siempre la memoria muscular para abrazar el cambio. Los tiempos realmente han cambiado.
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