A altas horas de la noche en Venecia, caminando por estrechos pasajes tenuemente iluminados. Una adolescente aparece del otro lado, maullando una melodía que recuerda a un violín: "¿Para qué fui hecha?". Literalmente sin palabras, solo jerga felina. Mi hijo de 12 años, un gran fan de Billie Eilish, empieza a cantar y a maullar. ¡Amigos al instante!
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