¡Feliz cumpleaños en el cielo! Mamá habría cumplido 68 años hoy. Falleció hace poco más de dos meses, de repente y sin previo aviso. No sé si comprendo del todo las circunstancias de su muerte, ni si algún día lo haré. Temía que llegara este día. Como cualquier ser humano, mamá era imperfecta, pero nunca dudé de su amor por mi hermano y por mí, ni de lo orgullosa que estaba de cómo nos criamos. Recordé haber leído un tuit sobre un padre que falleció que me ayudó. Por eso quería devolver el favor a quienes hayan perdido recientemente a un ser querido. Nació en una familia humilde en Corea, con tres hermanos increíblemente brillantes, bajo la tutela de unos padres cariñosos pero estrictos. Se casó con mi padre y pronto se mudaron a San Diego. Creo que no le fue fácil adaptarse y finalmente regresamos a Corea. Mi madre era una mujer culta y orgullosa. Trabajaba como profesora particular de inglés para llegar a fin de mes y nos animaba a estudiar mucho. Hacía cola desde las cuatro de la mañana para que yo pudiera asistir a las mejores actividades extraescolares. Nunca falté a clase y, un día que estuve muy enferma y pensé que debía quedarme en casa, me pidió que me incorporara en la cama. Luego me dijo que si podía sentarme en la cama, podía sentarme en un aula. Nunca falté a clase. Sé que era más feliz cuando vivía con sus hijos o cerca de ellos. Años en Nueva York y San Francisco conmigo y años en Seattle con mi hermano. Sé que entonces era más feliz. Y me alegra tanto que la hayamos querido y tratado lo mejor que pudimos. Me alegra que haya podido vivir en una casa azul propia en San Francisco, con un jardín precioso. Me alegra que haya viajado por tantos lugares del mundo y que hayamos podido estar ahí para ella. Sin embargo, me arrepiento de mi última conversación con mamá. Me arrepiento de no haber hecho mucho más. Me arrepiento de no haberle dicho cuánto la quería y lo mucho que significó para mí su apoyo. Lo que me dijo mi terapeuta después de que mi madre falleciera sigue impactándome profundamente. Esta es la primera vez que vivo mi vida sin madre. Es obvio, pero duele mucho. La extraño. Como vivió en Corea durante sus últimos años, no me doy cuenta a diario de que ya no está. Pero la extraño. Constantemente. Siempre presente. En momentos inesperados: en un avión, caminando al trabajo, a altas horas de la noche. Espero que sea feliz en algún lugar. Espero que por fin esté descansando. Lejos de todo. Lo único que puedo hacer es llevar su recuerdo conmigo. Y asegurarme de ser una mejor persona para el mundo gracias a ella. Más amable, más dulce y más gentil. Y recordarles a todos que les digan a sus padres que los aman. A menudo. Feliz cumpleaños, 엄마. 사랑해요.
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