La mejor manera de eliminar las muletillas como "eh" y "ah" En las conversaciones cotidianas, las muletillas como "eh", "este", "esto" y "aquello" suelen aparecer inconscientemente, y a muchas personas les resulta difícil evitarlas por completo. Estas palabras son como "ruido" en tu discurso. Aunque parezcan un simple lapsus, pueden distraer al oyente y hacer que tu discurso suene menos fluido y seguro. Recientemente, Matt Abrahams, de la Universidad de Stanford, compartió en el podcast del Laboratorio Huberman un enfoque práctico para reducir o incluso eliminar estas palabras de relleno “reflexivas”, haciendo que el discurso sea más claro y poderoso. Su idea principal es transformar la "respuesta pasiva" en "control activo" mediante el entrenamiento deliberado del cerebro y los hábitos lingüísticos para formar nuevos reflejos condicionados. ¿Cómo se logra? Primero, haz una pausa en lugar de llenar los silencios. Cuando sientas que no estás listo para decir la siguiente palabra, en vez de decir simplemente "eh", haz una pausa natural de uno o dos segundos. Esta breve pausa no interrumpirá la conversación; al contrario, le dará al oyente espacio para pensar y a ti tiempo para organizar tus ideas. A menudo, la sensación de que debemos responder de inmediato es en realidad una ansiedad excesiva ante el silencio. Intentar aceptar estas pausas hará que tu expresión sea más relajada. En segundo lugar, «planifica tus palabras clave con antelación». Si puedes resumir tus ideas principales antes de hablar, por ejemplo, usando algunas palabras clave para conectar tus pensamientos, es menos probable que te quedes en blanco durante tu discurso. Al igual que al hacer un esquema de un artículo antes de escribirlo, repasar mentalmente los puntos clave antes de hablar reduce el estrés de buscar las palabras adecuadas sobre la marcha y, naturalmente, disminuye la necesidad de usar muletillas. Además, grabar y revisar es fundamental. Matt sugiere dedicar entre 5 y 10 minutos al día a grabar una conversación breve (como leer un artículo corto o compartir una opinión), luego escucharla y anotar las muletillas que usas con frecuencia. Al principio puede resultar extraño, pero con la observación y el análisis constantes, poco a poco te darás cuenta de tus hábitos lingüísticos y podrás hacer ajustes específicos. Por ejemplo, si te das cuenta de que usas constantemente «entonces» al cambiar de tema, puedes usar conscientemente conectores más naturales o simplemente omitirlos para que la lógica sea más coherente. Aquí tienes otro consejo: «Habla más despacio». Muchas personas, inconscientemente, aceleran el habla cuando están nerviosas, lo que provoca que sus pensamientos se retrasen con respecto a sus palabras y, por consiguiente, que utilicen muletillas para «alargar la conversación». Intenta hablar un 10 % más despacio, pronunciando cada palabra con claridad. Esto no solo reducirá las muletillas, sino que también hará que tu tono sea más sereno y persuasivo. De hecho, eliminar las muletillas no se trata de ser quisquilloso con el lenguaje, sino de lograr una expresión más fluida y natural. Como suele decir Zhang Yiming, «hacer que la información fluya con mayor eficiencia» es también una forma de «eficiencia informativa»: cuando el público puede centrarse en el punto de vista del interlocutor, en lugar de distraerse con palabras irrelevantes, el verdadero valor de la comunicación se transmite con claridad. Estos métodos parecen sencillos, pero requieren práctica constante. Al principio, puede que te sientas incómodo, incluso algo incoherente, pero si perseveras, verás que cuando tu discurso ya no se vea interrumpido por distracciones, tu confianza y expresividad mejorarán de forma natural. Al fin y al cabo, la mejor comunicación siempre se basa en pensar con claridad y explicar a fondo, no en hablar rápido y sin rodeos.
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