La diferencia entre Gemini 3 y ChatGPT 5 va más allá de las capacidades del modelo. Se trata principalmente de la motivación de cada empresa, no de la tecnología que pueden desarrollar. Permítanme explicarles por qué pienso así y díganme qué opinan… Desde el comienzo de la era ChatGPT, sus razones para lanzar nuevos modelos han sido fundamentalmente diferentes. OpenAI tomó una idea nacida en Google —la arquitectura Transformer, diseñada originalmente para la traducción—, la reformuló como predicción del siguiente token y la escaló enormemente con datos y capacidad de cómputo. El resultado fue ChatGPT, el producto que acercó la IA generativa a cientos de millones de personas. Google podría haber hecho lo mismo. Pero ¿por qué lo haría? Su negocio principal no es la IA conversacional, sino la publicidad, y ese negocio depende del comportamiento predecible del usuario, no de la disrupción. Durante años, la IA en Google fue exploratoria, no explotadora. Por eso, el enfoque de Google hacia los productos de tipo GPT ha sido reactivo, no por falta de capacidad, sino por la ausencia de incentivos financieros para canibalizar su propio negocio principal. OpenAI, en cambio, es proactivo. No le queda más remedio, ya que su negocio consiste en comercializar IA. Sí, es muy posible que Gemini 3 se convierta en el próximo modelo de vanguardia, pero seguirá siendo parte de una reacción, no de una revolución. Google podría reescribir la historia de la IA e internet si quisiera, pero para ello tendría que replantear su propio modelo de negocio. Hasta que eso ocurra, se mantendrá cauto, incluso reservado. No es una cuestión de habilidad; es una cuestión de alineación. Entre bastidores, Google seguirá ampliando las fronteras más profundas de la investigación. Pero en público, las fronteras de la IA serán trazadas por otros, aquellos que tienen menos que perder y más que ganar.
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