La idea de tener 50 años y tener mala dentadura me produce cierta ansiedad. No es que me preocupe envejecer, sino que en la segunda mitad de mi vida sigo persiguiendo cosas inútiles como casas, coches y dinero. Aún confío en que, al dejar este mundo, podré dejar algo a mi paso: software, libros, ideas, etc. Por eso, al pensar en estas cosas, dejo de preocuparme por lo que les gusta a los inversores y me limito a hacer lo que ellos quieren. Sigue tu corazón y haz algo que te haga sentir bien.
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