Hablando de filosofía, ayer vi un artículo titulado: "En la era de la inteligencia artificial, ¿por qué deberíamos seguir leyendo a Nietzsche?". Al principio me preguntaba qué tenía que ver la IA con Nietzsche. Pero después de leerlo y reflexionar detenidamente, me di cuenta de que la conexión que establece el autor tiene mucho sentido. Por un lado, la IA avanza rápidamente y, por otro, existe entusiasmo pero también inquietud. Temen que la IAG no llegue a materializarse, pero también que cause problemas. Esperan que la IA les ayude en su trabajo, pero a la vez temen que les quite sus empleos. Algo similar ocurrió hace más de cien años, y Nietzsche vivió en esa época. En aquel momento, comenzó en Europa la Revolución Industrial, que guarda cierto parecido con nuestra actual revolución de la IA. Las viejas creencias se desmoronan: la racionalidad científica (como nuestros datos y algoritmos actuales) está debilitando los límites de la religión y la autoridad tradicional ("Dios"). La gente se da cuenta de repente de que el Gran Hermano que "siempre te vigila desde arriba y te dice qué hacer" ya no existe. Las nuevas tecnologías lo están transformando todo: la Revolución Industrial (al igual que nuestra revolución de la IA hoy en día) expulsó a la gente del campo y la llevó a las fábricas, trastocando por completo las estructuras sociales y los estilos de vida. Nietzsche denominó a esta crisis espiritual "nihilismo". En el pasado, el sentido de la vida lo daban Dios, la tradición o el emperador. Ahora, esas fuentes de sentido se han agotado, y uno mismo debe responder a la pregunta "¿Por qué estoy vivo?". Por lo tanto, Nietzsche dijo: "Dios ha muerto". Nietzsche también ofreció su propia solución: puesto que Dios ha muerto, sé tu propio dios. Puesto que no hay significado inherente en la humanidad, créalo tú mismo. Este es el origen de sus dos famosos conceptos: 1. Voluntad de poder: Este término suele malinterpretarse como «la búsqueda de poder y dominación sobre los demás». Nietzsche no se refería a eso. Es un impulso interno, propio del artista, la motivación para «crecer, crear, superarme a mí mismo». 2. El superhombre (Übermensch / Overhumano): Este es el modelo ideal de Nietzsche. Un «superhombre» no espera a que otros lo definan, sino que dirige su propia vida. Obtiene su fuerza de su interior, no de los aplausos externos, los cargos ni las normas. Nietzsche empleó una vívida metáfora: las tres etapas de la transformación espiritual. La primera etapa es el camello, que carga con la tradición y el dogma, diciendo «Deberías»; la segunda etapa es el león, que se rebela contra toda autoridad, diciendo «Lo haré»; la tercera etapa es el niño, que crea con inocencia, diciendo «Soy». Esta receta sigue siendo efectiva en la era de la IA. Cuando la IA intenta convertirte en una pieza reemplazable de la máquina, puedes optar por convertirte en un creador irremplazable. Cuando los algoritmos intentan definir tu valor, puedes insistir en definirlo tú mismo. Esto se parece un poco a lo que comenté hace unos días sobre por qué no uso IA para escribir notas de libros: porque carece de las experiencias únicas y auténticas de los autores humanos, y no captura las emociones de dolor, éxtasis o confusión. El valor de los autores humanos no reside en la eficiencia, sino en sus experiencias genuinas y perspectivas únicas. La voluntad de poder de Nietzsche no se trata de dominar a otros, sino de tomar el control de la propia vida. En la era de la IA, esto significa: no ser esclavo de los algoritmos, sino su amo; no aceptar pasivamente las notificaciones automáticas, sino elegir activamente a quién seguir; no dejar que las máquinas te definan, sino usarlas para moldearte. Sin embargo, Nietzsche por sí solo no basta. La receta de Nietzsche tiene un defecto fatal: es demasiado individualista. La crisis del siglo XIX fue principalmente cultural y psicológica, por lo que una revolución espiritual individual podría haber bastado. Sin embargo, la crisis de la era de la IA es sistémica y de nivel infraestructural. Nietzsche te enseña cómo convertirte en un nadador tenaz y altamente capacitado. Pero no te dijo qué hacer cuando el océano en el que nadas, con sus corrientes, mareas y tormentas, está controlado entre bastidores por unas pocas empresas gigantes mediante "algoritmos". Por muy fuerte que sea tu voluntad personal, no puede luchar contra un algoritmo de sesgo sistémico. No puedes mejorar tú mismo para arreglar una IA que discrimina sistemáticamente por género o raza en las contrataciones. No puedes cambiar un algoritmo de redes sociales diseñado para crear adicción con el fin de maximizar las ganancias mediante la voluntad de poder. No puedes convertirte en un superhombre para hacer justo un modelo opaco de control de riesgos financieros. La filosofía de Nietzsche se centra exclusivamente en el individuo, dejando de lado la política y la estructura. Los problemas de la IA, sin embargo, son precisamente estructurales y políticos. El autor concluye que no podemos quedarnos simplemente en el nivel de despertar personal de Nietzsche. Necesitamos una solución más evolucionada. Hay que tener el “coraje para existir” nietzscheano (mirar hacia adentro, mantener la autonomía y la humanidad); Además, debería existir un sentido de "responsabilidad cívica" (externamente, mediante la participación en el diseño de una ética colectiva). Esto es como en "Matrix". Por muy poderoso que sea Neo, aún necesita comprender la existencia de la Matrix y unirse a otros para resistirla. El despertar de una sola persona no basta; se requiere un despertar y una acción colectivos. Texto original: Por qué Nietzsche importa en la era de la inteligencia artificial
Traducción: En la era de la inteligencia artificial, ¿por qué deberíamos seguir leyendo a Nietzsche? Nietzsche consideraba a los humanos como “sujetos que crean valor y se trascienden a sí mismos”, una visión que resuena profundamente con las rupturas psicológicas y culturales causadas por la era de la IA. Autor: Shaoshan Liu La inteligencia artificial (IA) está transformando rápidamente los fundamentos de nuestro trabajo, nuestras relaciones y nuestra ética. La sociedad moderna se enfrenta no solo a una disrupción tecnológica, sino también a una profunda crisis existencial. El auge de la inteligencia artificial puede poner en peligro el sustento de las personas, debilitar las relaciones interpersonales y desdibujar los límites de la moralidad. Todo esto está erosionando los pilares que durante mucho tiempo han sustentado nuestro sentido de propósito, nuestra identidad y nuestra vida colectiva. Este artículo sostiene que la filosofía de Friedrich Nietzsche surgió precisamente en el contexto de una convulsión cultural similar durante la Revolución Industrial (Modernidad Industrial). Su pensamiento ofrece una guía crucial para abordar el caos actual. La visión nietzscheana de la humanidad como un sujeto que «crea valor y trasciende el yo» ofrece perspectivas valiosas para resolver las rupturas psicológicas y culturales provocadas por la era de la IA. Sin embargo, si bien su marco teórico sigue siendo eficaz para combatir el nihilismo y afirmar la autonomía individual, resulta insuficiente para abordar los problemas «infraestructurales» y «sistémicos» derivados del poder tecnológico contemporáneo. Para afrontar los desafíos integrales de hoy, debemos evolucionar las ideas de Nietzsche hacia una nueva dirección filosófica: una que defienda tanto la valentía existencial como la responsabilidad cívica; una que valore tanto la creación individual como el diseño ético colectivo. 1. El auge de la filosofía de Nietzsche A finales del siglo XIX, Europa experimentaba cambios drásticos. El racionalismo científico y los ideales de la Ilustración, que en su momento se creyeron capaces de reemplazar la autoridad religiosa y traer consigo el progreso universal, comenzaron a resquebrajarse. La sociedad se sumió en la confusión cultural y la incertidumbre moral. La industrialización transformó la vida social, las jerarquías tradicionales se desmoronaron gradualmente y muchos se encontraron a la deriva en un mundo que ya no ofrecía un fundamento metafísico común (es decir, una fuente última y absoluta de significado) para los valores y las metas. En este contexto, Nietzsche desarrolló una filosofía destinada a afrontar lo que él percibía como la crisis de la modernidad: el nihilismo (el colapso del significado tradicional y la verdad absoluta). En lugar de sucumbir a la desesperación, Nietzsche respondió con una filosofía de «afirmación de la vida». Argumentó que los individuos deben convertirse en «creadores de valor», no mediante la conformidad con sistemas externos que moldean sus objetivos, sino a través de actos de «autotrascendencia» y «creación existencial». En el centro de esta visión se encuentra la voluntad de poder (nota: esto no equivale a la búsqueda de la dominación sobre los demás), sino más bien un impulso intrínseco a buscar el crecimiento, liberar la capacidad creativa y «revalorizar todas las cosas». Una figura clave en este marco es el «Übermensch» o «Superhombre». Representa una nueva forma de vida: generar significado desde el interior y abrazar la vida con autonomía, responsabilidad y valentía. Este ideal rechaza la conformidad pasiva y la dependencia de las instituciones, e insta a los individuos a convertirse en los «autores» de su propio mundo ético. La filosofía de Nietzsche no solo diagnosticó el colapso de la moral, sino que también proporcionó un conjunto de herramientas psicológicas y culturales para la reorientación. Para quienes luchaban por llenar el vacío dejado por la decadencia de la certeza religiosa y social, su pensamiento abrió un camino hacia la independencia moral, la expresión creativa y la resiliencia interior. Figuras como Carl Jung, Martin Heidegger y los existencialistas posteriores recurrieron a las ideas de Nietzsche para interpretar la imagen del «hombre» como un «sujeto que se autoconstruye» en un mundo inestable. De este modo, el pensamiento de Nietzsche no solo iluminó el estado caótico de la sociedad moderna, sino que también empoderó a las personas para desenvolverse en ella con propósito y autenticidad (es decir, siendo fieles a sí mismas). 2. Desalineación y desintegración de la era de la IA. En la última década, la IA se ha desarrollado rápidamente, con avances significativos en modelos de lenguaje a gran escala (LLM) y sistemas generativos. Más recientemente, la IA se ha convertido en una poderosa fuerza omnipresente en el mundo físico, manifestándose en sistemas físicos como robots, vehículos autónomos y máquinas de servicio, capaces de percibir, moverse y actuar en el mundo real. Este cambio de la computación abstracta a la «IA encarnada» supone una profunda transformación en la forma en que la IA se integra en la sociedad. 2.1 Desalineación y crisis de sentido en el trabajo Uno de los impactos más directos de los avances en IA es su transformación del mercado laboral. La IA incorporada está reconfigurando la manufactura, la logística y los servicios mediante una automatización a escala sin precedentes. Se proyecta que el mercado de la IA incorporada alcance los mil millones de robots a un costo promedio de 35 000 dólares, lo que representa un enorme potencial económico. Sin embargo, estos avances tienen un alto costo humano. El informe «El futuro del empleo 2023» del Foro Económico Mundial estima que podrían perderse 83 millones de empleos a nivel mundial, afectando especialmente a los trabajadores de baja y media cualificación. A pesar de las respuestas políticas como el impuesto a los robots o la renta básica universal (RBU), el apoyo económico por sí solo no puede reemplazar el valor social y psicológico de un trabajo significativo. Durante siglos, el trabajo no ha sido simplemente un medio de subsistencia, sino un pilar fundamental de la identidad personal, el propósito y el reconocimiento social. A medida que la IA continúa erosionando las estructuras laborales tradicionales, las personas pierden más que empleos; pierden el marco de significado que utilizan para comprender su lugar en el mundo. La investigación empírica muestra que el desempleo involuntario está fuertemente asociado con mayores tasas de depresión, ansiedad y menor satisfacción vital, especialmente cuando las personas sienten que sus contribuciones ya no son valoradas por la sociedad. Abordar esta crisis requiere más que simples programas de reciclaje profesional. Exige una redefinición del papel de la humanidad en un mundo saturado de IA. Debemos dar mayor importancia a las capacidades exclusivamente humanas, como la creatividad, la empatía, el razonamiento ético y el cuidado interpersonal. Estas no solo son valiosas económicamente, sino también psicológicamente esenciales para una sociedad resiliente. En este sentido, nuestra era evoca la crisis de la modernidad de Nietzsche a finales del siglo XIX: así como la industrialización y el racionalismo sacudieron las fuentes de sentido heredadas de su época, la revolución de la IA actual también podría crear un nuevo «vacío de propósito». El llamado de Nietzsche a que las personas se conviertan en «creadoras de valor» frente al nihilismo ofrece una perspectiva valiosa para comprender los desafíos existenciales que plantea la transformación económica impulsada por la IA. 2.2 Desalineación de las relaciones y el aumento del vacío social La IA no solo está reemplazando la mano de obra, sino que también está redefiniendo las relaciones humanas. Los sistemas de IA se integran cada vez más en el cuidado de personas, la educación y la comunicación cotidiana. Estos sistemas pueden simular la empatía, pero carecen de reciprocidad (es decir, de una conexión emocional bidireccional). Con el auge de la intimidad artificial, los vínculos emocionales genuinos corren el riesgo de ser reemplazados por interacciones predecibles y unidireccionales. Cuando las máquinas empiezan a simular empatía, ofrecer compañía y mediar en las interacciones sociales, corren el riesgo de reemplazar los complejos procesos de reciprocidad que definen las relaciones humanas. El trabajo emocional, antes basado en la comprensión mutua y la vulnerabilidad, se reduce a respuestas programadas: eficientes, predecibles, pero en última instancia vacías. El auge de la «intimidad artificial» puede insensibilizarnos ante la capacidad de mantener conexiones genuinas: confianza, empatía y presencia compartida. Irónicamente, a medida que las personas dependen cada vez más de los sistemas impulsados por IA en su vida diaria, muchas reportan un aumento en los sentimientos de soledad, alienación y desconexión. Esto no es simplemente un cambio tecnológico, sino una reestructuración del «andamio» social: las estructuras sociales que sustentan nuestra identidad y sentido de pertenencia. La familia, la escuela y los espacios cívicos —contenedores tradicionales de significado— se ven oscurecidos por rutinas mediadas por máquinas que no logran alimentar el anhelo humano de conexiones genuinas. Aunque Nietzsche no previó que la IA reemplazaría la intimidad humana, su filosofía sigue siendo instructiva. Nietzsche instó a las personas a resistir la conformidad pasiva y a cultivar una auténtica fortaleza interior, proporcionando un marco para redescubrir la profundidad emocional en una era de «conexiones sintéticas»: conexiones fabricadas artificialmente. Su llamado a afirmar la vida y crear significado desde dentro nos interpela: incluso cuando las máquinas comienzan a imitar las formas de las relaciones interpersonales, debemos defender la capacidad de la humanidad para construir conexiones genuinas. 2.3 La erosión de las normas y marcos éticos compartidos. A medida que los sistemas de IA intervienen cada vez más en la toma de decisiones en ámbitos como la contratación, la sanidad, la policía y las finanzas, sustituyen el juicio humano por la lógica algorítmica, a menudo optimizada para la eficiencia, pero con una justificación opaca. Estos sistemas se entrenan con datos sesgados, incorporan valores corporativos o institucionales y se despliegan sin mecanismos de rendición de cuentas transparentes. En consecuencia, nuestro marco ético compartido se está erosionando silenciosamente: las decisiones que antes se basaban en normas sociales y en la deliberación pública ahora se desarrollan dentro de la «caja negra» de la infraestructura tecnológica, superando el alcance de la supervisión democrática. Esta situación refleja el caos cultural que Nietzsche observó en la Europa moderna. En aquel entonces, el declive de la autoridad metafísica y religiosa debilitó la capacidad de la sociedad para mantener un significado ético compartido. En ambos casos, los individuos se ven obligados a tantear entre normas fragmentadas, carentes de una base clara y un marco de confianza y responsabilidad. Los sistemas algorítmicos toman ahora decisiones cargadas de juicios de valor sobre el riesgo, la justicia y el mérito, sin mecanismos de deliberación pública, lo que a su vez refuerza una perspectiva ética privatizada y pasiva. La filosofía de Nietzsche sigue siendo sumamente relevante en este contexto. Su énfasis en la «creación interna de valor» y la «autonomía ética» ofrece una respuesta contundente al colapso de las normas. Sin embargo, en la era de la IA, la toma de decisiones no solo está influenciada por la cultura, sino también moldeada por la infraestructura. Por lo tanto, la creación moral individual debe combinarse con una reforma sistémica. El diseño algorítmico transparente, la supervisión colectiva y los procesos inclusivos de definición de valores son fundamentales para reconstruir la confianza social y el consenso ético en un mundo cada vez más automatizado. 3. Revisitando a Nietzsche en la era de la IA La crisis provocada por la IA —la desalineación del trabajo, la erosión de las relaciones y la fragmentación de las normas éticas— guarda relación con el diagnóstico de Nietzsche sobre una «ruptura existencial» a finales del siglo XIX. En aquella época, el declive de la religión y el auge de la modernidad industrial llevaron a los individuos a desvincularse de los marcos de significado heredados. Hoy, el auge de la IA amenaza con un colapso similar, no solo en los medios de subsistencia, sino también en los vínculos emocionales y la cohesión moral. Ante estas dos coyunturas, surge una pregunta fundamental: ¿cómo debe posicionarse la humanidad cuando se derrumban las metas y estructuras de valores familiares? La respuesta de Nietzsche a la crisis de la modernidad consistió en rechazar la dependencia pasiva de los sistemas externos y abogar por una «revalorización de todos los valores» desde dentro. Su descripción del «Übermensch» —un hombre que afirma la vida, crea sentido y asume la responsabilidad de su propio devenir (el proceso de desarrollo continuo)— ofrece un modelo sumamente convincente de «creación existencial». En la era de la IA, las personas experimentan cada vez más una sensación de abandono, desconexión y de pérdida ética. El énfasis de Nietzsche en la «autotrascendencia» nos ofrece un camino hacia la resiliencia psicológica. Su filosofía no solo aborda los efectos económicos y sociales de la automatización, sino también una necesidad humana más profunda: en un mundo frío y automatizado, anhelamos sentirnos importantes. Sin embargo, si bien el marco teórico de Nietzsche resulta poderoso frente al nihilismo cultural, no logra abordar por completo la naturaleza estructural de la crisis tecnológica actual. Los desafíos de la era de la IA no son solo internos, sino que también se presentan a nivel de infraestructura. Los algoritmos moldean sutilmente el comportamiento, las plataformas centralizan el poder y las decisiones automatizadas suelen escapar al escrutinio público. El énfasis de Nietzsche en el poder individual y la autenticidad no nos permite gestionar los vastos sistemas que exceden con creces la capacidad de acción individual. Su crítica a la moral popular (a la que consideraba una banal mentalidad de rebaño), aunque liberadora en su época, ofrece poca orientación para establecer hoy mecanismos de responsabilidad colectiva, transparencia y gobernanza compartida. Lo que necesitamos ahora es una «evolución» filosófica: una que conserve el llamado de Nietzsche a la «autonomía interior» integrándolo con la «conciencia sistémica». Debemos pasar de la «creación de valor en solitario» a la «construcción de significado relevante», de la «autoafirmación» a un «futuro codiseñado». Una nueva filosofía adecuada para la era de la IA no solo debe abordar la cuestión de «cómo preservar la humanidad frente a las máquinas», sino también responder a la de «cómo configurar un sistema donde humanos y máquinas coexistan». Debe cultivar simultáneamente «el coraje de existir» y la «imaginación ciudadana», conectando al individuo con la política, la ética con la arquitectura. Solo así podremos abrazar la era de la IA no con miedo ni fatalismo, sino con una revitalizada y colectiva «voluntad de sentido». Referencias 1. Taylor, C., 1989. Fuentes del yo: La construcción de la identidad moderna. Harvard University Press. 2. Di Battista, A., Grayling, S., Hasselaar, E., Leopold, T., Li, R., Rayner, M. y Zahidi, S., noviembre de 2023. Informe sobre el futuro del trabajo 2023. En Foro Económico Mundial (págs. 978-2). 3. Jacobs, KA, 2024. Soledad digital: cambios en el reconocimiento social a través de compañeros de IA. Frontiers in Digital Health, 6, p.1281037. 4. Kaufmann, WA, 2013. Nietzsche: filósofo, psicólogo, anticristo. Prensa de la Universidad de Princeton. 5. Liu, S., 2024. Configurando el panorama de la economía de la autonomía. Communications, 67(6), pp.10-12. 6. Liu, S., Impactos sociales de la IA incorporada, Communications, https://t.co/7GVsV4Wl5k 7. Mittelstadt, BD, Allo, P., Taddeo, M., Wachter, S. y Floridi, L., 2016. La ética de los algoritmos: mapeando el debate. Big Data & Society, 3(2), p.2053951716679679. 8. Nietzsche, F. y Hollingdale, RJ, 2020. Así habló Zaratustra. En The Routledge Circus Studies Reader (pp. 461-466). Routledge. 9. Paul, KI y Moser, K., 2009. El desempleo perjudica la salud mental: Metaanálisis. Journal of Vocational Behavior, 74(3), pp.264-282. 10. Reginster, B., 2006. La afirmación de la vida: Nietzsche sobre la superación del nihilismo. Harvard University Press. Shaoshan Liu es miembro del Comité de Política Tecnológica de EE. UU. de la ACM y miembro del consejo asesor del Grupo de Liderazgo Tecnológico de la Academia Nacional de Administración Pública. Su formación académica incluye un doctorado en Ingeniería Informática por la Universidad de California, Irvine, y una maestría en Administración Pública (MPA) por la Escuela de Gobierno Kennedy de la Universidad de Harvard. Enlace original: https://t.co/mEeuqCfEfS
