Hoy le mostré a un amigo el Tablero de Tareas de mi herramienta de gestión de proyectos. Estaba repleto de N hitos y M tareas asociadas a cada hito… Me di cuenta de que cuando estaba lleno de energía, para liberar mi mente y poder ocuparme de lo importante que tenía entre manos, creaba demasiadas tareas sobre la marcha para poder ocuparme de ellas más tarde. Pero ahora estas tareas se han convertido en algo que vemos todos los días, y tendemos a ignorarlas porque las vemos tan a menudo que las cosas verdaderamente importantes desaparecen de ellas. Lo que originalmente se pretendía que facilitara la gestión de proyectos terminó obstaculizando el progreso posterior. La gestión de proyectos es todo un arte. Es fundamental equilibrar el número de tareas para cada hito, su nivel de dificultad y su nivel de detalle. Sin planificación, no hay rumbo; con demasiada planificación, la ejecución se complica: intentar abarcar demasiado lleva a no lograr nada. Últimamente necesito dedicar tiempo a eliminar tareas, hasta que pueda revisarlas todas de un vistazo y ejecutarlas sin presión.
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