Esto es solo el principio. Este tipo de medidas encontrarán un amplio apoyo bipartidista. Las empresas que sustituyan a empleados humanos por IA o robots y que realicen despidos masivos (o incluso reduzcan drásticamente las contrataciones) a pesar del aumento de sus ingresos y beneficios, serán objeto de fuertes impuestos o sanciones.
Por supuesto, esto no impedirá que estas fuerzas económicas se propaguen. Surgirán nuevas generaciones de empresas emergentes que nunca contaron con empleados y podrán ofrecer precios mucho más bajos o una relación calidad-precio mucho mejor.
Probablemente también veremos un aumento de empresas “clandestinas” o del mercado negro que utilizan IA o robótica, pero de forma secreta para evitar la mala imagen pública y los costes regulatorios (quizás ilegalmente), lo que podría convertirse en uno de los mayores gastos operativos en el futuro.
Es probable que estas tasas regulatorias, multas, impuestos, etc., funcionen de forma similar a los impuestos y tasas que se aplican a las tabacaleras. Algunas se destinarán a las personas supuestamente perjudicadas (programas de reciclaje laboral que no darán resultado, educación, etc.), pero la mayor parte será dinero malgastado.
Básicamente, son fondos que los políticos pueden usar para comprar votos de votantes económicamente desfavorecidos que apoyarán estas políticas. Los únicos que no estarán de acuerdo serán el pequeño grupo de emprendedores y tecnólogos ambiciosos que, a pesar de su dinero, solo votan una vez.