Tras observar a muchos fundadores, se les puede clasificar a grandes rasgos en tres tipos: orientados al producto, orientados a la tecnología y orientados a las ventas. Estos tres tipos de personas son como diferentes alpinistas; aunque su objetivo es el mismo —la cima— han elegido caminos diferentes. Los fundadores orientados al producto se parecen más a buscadores de problemas en la vida. Suelen decir: «Últimamente he tenido un problema y me pregunto si a alguien más le ha pasado algo similar». Si la respuesta es no, lo dejan de lado por ahora; si la mayoría de la gente tiene el mismo problema, enseguida se ponen a investigar: primero, buscan soluciones disponibles en el mercado; si no, consideran si pueden crear una ellos mismos; si las hay, piensan: «¿Podemos hacerlo mejor y de forma más rentable?». Con este enfoque, la implementación técnica tendrá una dirección clara. Su punto de partida siempre es: «¿Qué necesitan realmente los usuarios?». Los fundadores con perfil técnico son como ingenieros con una caja de herramientas en la mano. A menudo, primero logran un avance tecnológico y luego buscan problemas donde puedan aplicarlo. Por ejemplo, si desarrollan un algoritmo eficiente, pensarán en "¿qué problemas prácticos puede resolver este algoritmo? ¿Qué problemas son de mayor valor?". Su enfoque parte de las posibilidades tecnológicas y luego las relaciona con las necesidades sociales, como tener primero una llave y luego encontrar la cerradura correspondiente. Los fundadores orientados a las ventas se parecen más a astutos estrategas de cartera de productos. Tienen un agudo sentido de la demanda del mercado y la lógica empresarial. Cuando ven una tecnología o un producto, calculan rápidamente: «Si lo combinamos con otra tecnología, ¿se ajustará mejor a los gustos del público? ¿Qué precio deberíamos fijar para vender más?». Se centran en la capacidad de monetización del producto en el mercado y son expertos en encontrar un equilibrio entre el valor tecnológico y la disposición a pagar de los usuarios. Aunque estos tres tipos de fundadores siguen caminos diferentes, sus principios fundamentales giran en torno a "resolver problemas reales y crear valor real". Los fundadores centrados en el producto encuentran su rumbo abordando las necesidades de los usuarios, los centrados en la tecnología encuentran aplicaciones aprovechando sus fortalezas técnicas y los centrados en las ventas encuentran la monetización centrándose en la demanda del mercado. Detrás de estas diferentes formas de pensar subyace una comprensión distinta de la esencia del negocio, pero, en última instancia, todos buscan crear valor tangible para los usuarios.
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