Por eso, siempre digo que practico la técnica de aprendizaje de Feynman: comparto para aprender y crecer, y lo comparto con los demás como un efecto secundario. No se trata de cambiar a los demás, sino de cambiarme a mí mismo. Al igual que cuando trabajo en una empresa, no siento que trabajo para el jefe. Él me paga para que yo crezca profesionalmente, y yo le ayudo a completar tareas. Me esfuerzo para seguir desarrollándome. Cuando las cosas se vuelven egoístas, hay más motivación y perseverancia.
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