En 1986, Steve Jobs, que acababa de dejar Apple, fundó NeXT y necesitaba diseñar un logotipo para la nueva empresa de informática. Encontró a Paul Rand, el legendario diseñador conocido por crear marcas icónicas como IBM, ABC y UPS. La colaboración fue sencilla: Rand se encargó del diseño del logotipo y Jobs pagó 100.000 dólares; sin cambios, sin segundas oportunidades. Más tarde, Jobs explicó por qué Rand era la única opción. “Alguien de la empresa nos recomendó sus libros y artículos”, dijo. “Enseguida me di cuenta de que su trabajo era inigualable. No solo diseñaba logotipos, sino que también resolvía problemas”. Para Jobs, un buen logotipo era más que una simple imagen bonita. Era un símbolo que podía funcionar de forma independiente, incluso sin el nombre de la empresa. Señaló que el éxito inicial de Apple se debió en parte a su icónico logotipo de la manzana, que rápidamente se volvió omnipresente en productos y publicidad, convirtiéndose en un símbolo fácilmente reconocible. Pero para NeXT, necesitaba algo diferente: un símbolo que pudiera existir de forma independiente y que, a la vez, llevara el nombre de la empresa. Steve Jobs señaló que la mayoría de los logotipos son solo palabras. Creía que un verdadero «tesoro» es un símbolo inseparable de la marca. El reto de NeXT era: ¿cómo crear un símbolo que pudiera decorar productos, envases y publicidad sin depender del nombre completo? Rand resolvió el problema integrando el símbolo y el nombre. El diseño final fue sencillo pero elegante: fácil de recordar y rico en significado. Jobs lo llamó «solución de problemas», no creación artística. «Lo trató como una herramienta práctica, no solo como una obra de arte», dijo. En opinión de Jobs, esos 100.000 dólares eran más que un simple logotipo. Eran un activo estratégico: un símbolo que trascendía el producto en sí y representaba la visión de futuro de NeXT. En definitiva, el logotipo de NeXT se convirtió en un capítulo silencioso en la historia de la tecnología: un recordatorio de que las mejores marcas no se construyen sobre la suerte, sino sobre la resolución, una y otra vez, de símbolos aparentemente pequeños pero profundamente significativos.
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