La «ambigüedad estratégica» de la civilización judeocristiana es una innovación tan extraña en la diplomacia. El programa nuclear israelí: ni confirmado ni negado, pero todos sabemos que, llegado el momento, Teherán es de cristal. La defensa de Taiwán: sonrisas tímidas, muecas irónicas, pero todos sabemos… ¿qué exactamente?
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