Ayer estuve charlando con unos amigos sobre la ola de despidos en Estados Unidos, y ambos nos dimos cuenta de una cosa cada vez con mayor claridad: La mayor amenaza que la IAG plantea para la humanidad no es la alineación segura, sino el problema fundamental del empleo. Antes de que la IAG se materialice por completo, o incluso antes de que se desarrolle plenamente, quedarán muy pocos puestos de trabajo para los humanos. ¿Por qué? Esto se relaciona con la orientación al retorno de la inversión de las empresas. Cuando una empresa necesita más tarjetas gráficas que empleados, los accionistas y directores ejecutivos despedirán a empleados para comprarlas. El comportamiento humano es bastante pasivo y difícil de modificar mediante la fuerza de voluntad. Existe una mano invisible que empuja a la humanidad hacia ese futuro. ¿Por qué los seres humanos necesitan empleo? Además del factor financiero, también está relacionado con la naturaleza humana. La mayoría de las personas no pueden fijarse metas, y en un estado de ocio, tienden a la decadencia. El trabajo les proporciona un objetivo, un ciclo. El mecanismo de recompensa de un salario mensual es, en realidad, un mecanismo social eficaz que ha existido durante miles de años de civilización humana. Por lo tanto, el empleo no es solo una necesidad económica, sino también espiritual. La Renta Básica Universal no puede proporcionar esta recompensa y no cumplirá con este requisito. El avance clave reside en encontrar un espacio personal de «entrenamiento cerebral» donde las personas puedan recibir esta recompensa incluso cuando no necesitan trabajar. Esto requiere un producto que se adapte a la naturaleza humana sin provocar deterioro cognitivo, lo que también representa una nueva oportunidad para la industria de contenidos en la era de la Inteligencia Artificial General (IAG).
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