El principal obstáculo para desarrollar habilidades profundas no suele ser la inteligencia, sino la tolerancia al aburrimiento. El aprendizaje requiere una energía de activación: por debajo de cierto nivel de habilidad, la práctica resulta tediosa, pero por encima de él, se convierte en un estado de flujo autosostenible. La lucha constante persiste hasta alcanzar esa transición.
Sin embargo, una ventaja de la inteligencia es que te ayuda a alcanzar ese umbral más rápido, con menos práctica.