¿A qué se debe el cambio de tono por parte de los antiguos funcionarios de Biden? Probablemente porque reconocen que a los estadounidenses sí les importa cómo se gastan sus impuestos y que el papel del gobierno es administrar ese dinero. Hacer más con menos y centrarse en las prioridades más importantes de los estadounidenses es, sencillamente, sentido común.
¿Pero se trata realmente de un cambio de tono? No. Basta con leer la primera frase del segundo párrafo: «La próxima administración progresista [debería]… restablecer los derechos de negociación colectiva de los empleados públicos…, reincorporar a los empleados que fueron despedidos injustamente y reactivar el funcionamiento de programas importantes». Nada de esto concuerda con un deseo de reformar la administración pública, sino que es simplemente un llamamiento a volver al statu quo anterior al 21 de enero de este año.