Esto rezuma ironía: la que quizá sea la administración más ineficiente de la historia moderna, ahora —cuando deje el cargo— pretende abogar por una mayor eficiencia gubernamental (a través de su subdirector del Consejo Económico Nacional y director económico de la senadora Warren) y por una “reforma del servicio civil”. Todos y cada uno de los problemas señalados en esta publicación eran ciertos, pero la Administración Biden no hizo nada para abordarlos y simplemente siguió gastando el dinero de los contribuyentes hasta la saciedad.
Bajo el liderazgo de @POTUS, la @USOPM está logrando avances reales en la reforma del servicio civil, implementando medidas de rendición de cuentas y mejores reformas de pago por desempeño para la fuerza laboral federal, con el fiopm.gov/news/secrets-o…de alto rendimiento.
¿A qué se debe el cambio de tono por parte de los antiguos funcionarios de Biden? Probablemente porque reconocen que a los estadounidenses sí les importa cómo se gastan sus impuestos y que el papel del gobierno es administrar ese dinero. Hacer más con menos y centrarse en las prioridades más importantes de los estadounidenses es, sencillamente, sentido común.
¿Pero se trata realmente de un cambio de tono? No. Basta con leer la primera frase del segundo párrafo: «La próxima administración progresista [debería]… restablecer los derechos de negociación colectiva de los empleados públicos…, reincorporar a los empleados que fueron despedidos injustamente y reactivar el funcionamiento de programas importantes». Nada de esto concuerda con un deseo de reformar la administración pública, sino que es simplemente un llamamiento a volver al statu quo anterior al 21 de enero de este año.